En el transcurso de la Fase I de la restauración del arco
romano de Medinaceli (Soria), durante 2003, se puso de manifiesto el precario
estado de conservación del monumento, en particular en su zona inferior. Objeto
de numerosas intervenciones durante el siglo XX, el aspecto de sus paramentos
ocultaba sin embargo una fuerte alteración de los materiales originales. Una parte del deterioro consistía en la sustracción
de elementos estructurales, concentrados en el basamento del soporte occidental
y las jambas del correspondiente arco menor de este lado. En el transcurso de
los trabajos de restauración se reintegraron con elementos similares a los
originales. lo que incluyó la reintegración puntual de la zapata, trabajo que se
realizó con un opus caementicium.
Contexto
El arco romano de Medinaceli se data en el siglo II d.C.
Varias campañas arqueológicas han puesto de manifiesto que no se trataba sólo
de una construcción honorífica, sino que estaba integrado en un lienzo de
muralla romana anterior, por lo que tuvo también función como puerta de la
ciudad de Ocilis. Su presencia se interpreta como un ennoblecimiento de la
cerca, quizá con motivo del reconocimiento de esta población con el estatus de
municipio. Hay evidencias de una transformación de la zona superior con
elementos defensivos en épocas posteriores, asociados a la muralla medieval
construida sobre la romana. El arco tuvo tapiados sus vanos laterales hasta
1869, y se documenta en esa época su uso como vivienda y cobertizo. Fue
declarado Monumento Nacional en 1930. A partir de entonces ha sufrido diversas
restauraciones, finalizando la última en 2005. Se trata de una construcción de
cantería con piedra arenisca local, de aparejo isódomo colocado a hueso, con
abundantes grapas de hierro y plomo en los estribos. Puesto que se erige sobre
un terreno muy escarpado –se ha señalado que su ubicación es monumental, para
ser visto desde lejos en el fondo del valle- la cimentación se compone de
sendas plataformas niveladas, formadas en algunos puntos por la propia roca, en
tanto en otros se compone de un banco escalonado de opus caementicium.
Cimentación del arco
bajo el basamento Este.
Fotografía procedente de la excavación arqueológica de
1991
Sobre esta plataforma se levanta un zócalo de arenisca roja
que constituye el basamento del arco. Tanto el basamento occidental como las
jambas de este lado habían sufrido la pérdida de varios sillares en época
indeterminada, habiendo formado un habitáculo en el interior del arco menor
cuya finalidad no fue dilucidada. A la hora de plantearse la reintegración, se
observó que esta pérdida alcanzaba también a la plataforma bajo el basamento,
tanto en el interior del arco como en el costado exterior, correspondiente a la
cimentación de la antigua muralla. Se procedió a eliminar por etapas los
refuerzos de fábrica de ladrillo y
chapado de piedra de los paramentos –cuyo mortero de cemento era una de las
principales causas de deterioro del material original- , y a vaciar los suelos
de los rellenos procedentes de otras obras de restauración. Una vez retirados
se realizó un seguimiento arqueológico del vaciado hasta dejar a la vista la
cimentación original.
Discusión de criterios y toma de decisiones
Debido a que se contemplaba la recuperación del basamento
con una fábrica semejante a la original (grandes ortostratos de arenisca
colocados a hueso) era necesario el macizado de los huecos de la cimentación.
En 1984 se realizó un recalce de la esquina NW mediante un batache de hormigón
y se recompuso la hilada del basamento por el lado norte con grandes sillares
de caliza. La solución más sencilla parecía ser rellenar igualmente con
hormigón convencional los huecos, disponiendo de una lámina de plomo entre la
cimentación y los sillares del basamento para evitar que ascendiera la humedad
y el aporte de sales asociado a la misma. Pero esta zona, a causa de su cota
inferior a la de la calle, se caracterizaba por tener una elevada humedad procedente
de las escorrentías del pavimento de la calle y del terreno bajo él. Por otro
lado, la analítica de los materiales indicaba la presencia de sales asociadas
al cemento Portland como una de las principales causas de alteración. Esta
situación hizo plantearse sustituir el hormigón convencional por otro que fuera
más inocuo desde el punto de vista químico y se planteó la realización de un opus caementicium nuevo.
A tal efecto se estudió la composición teórica del mismo,
según indica Vitrubio y su correspondencia con el opus original (En aquel momento nos resultó muy útil la consulta
del estudio de F. Davidovits. Ver infra)
Se evaluó también, consultando estudios especializados, el grado de
alteración química que podía aportar la presencia de materiales como la
puzolana natural o la chamota (ladrillo machacado) que son los responsables de
que un mortero de cal adquiera propiedades hidráulicas. Por último se
realizaron varias probetas para ensayar la capacidad del nuevo material que se
quería utilizar. Las muestras se hicieron probetas con mortero (sin canto o
árido grueso) de cal grasa cuyo apagado y mantenimiento fue controlado en la
obra y variando las proporciones de los siguientes componentes: arena de mina
(procedente de Almazán), chamota (residuos de cocción de ladrillo procedentes
de la tejera artesanal de Eliseo Corredor en Tardelcuende) y polvo de puzolana
natural (suministrado por la empresa CTS). Ha de tenerse en cuenta que los
materiales puzolánicos no son meras cargas (áridos) sino que tienen una
capacidad aglomerante derivada de su composición: producen un proceso inicial
de silicatación y aluminización del calcio de la cal que es lo que confiere una
mayor dureza inicial tras el fraguado. Las probetas realizadas con mortero de
cal sin aditivos se desecharon ya que –como demuestra la experiencia cotidiana-
su resistencia inicial tras el fraguado es muy baja, incluso si se añade un 5%
de cemento blanco (BL II/42,5 R) como endurecedor y acelerante. La velocidad
del fraguado en las otras muestras se vio también que era muy baja, por lo que
se optó por realizar nuevas probetas con adición del mismo porcentaje de
cemento blanco. El ensayo de estas probetas (según norma UNE180101) a 28 días
indicó los siguientes valores:
Resistencia a compresión del mortero con ladrillo machacado:
Rc = 22,94 Kg/cm2
Resistencia a compresión del mortero con puzolana: Rc =
99,97 Kg/cm2
Recordemos a título de comparación los siguientes valores:
Resistencia a compresión del mortero de cal y arena (1:3);
Rc = 9,18 Kg/cm2
Resistencia a compresión del mortero bastardo (1:4:10); Rc = 28,56 Kg/cm2
Resistencia a compresión de un mortero convencional de
albañilería (tipo M5) fabricado con cemento Portland (tipo CEM I/II); Rc = 51 Kg/cm2
(Datos extraídos del estudio de F.J. Alejandre y de la
normativa vigente)
A la vista de estos resultados la elección fue clara. Un
mortero de cal con puzolana se presentaba como una buena alternativa para
evitar el uso de cemento Portland.
Haciendo esta retrospectiva es de lamentar no haber podido
profundizar algo más en las características de este tipo de morteros. La
presencia de polvo cerámico en los morteros y hormigones romanos es muy
frecuente como sustituto del material puzolánico natural, pero en nuestro
ensayo dio unos resultados muy bajos comparados con éste. En particular hubiera sido interesante haber
podido cuantificar hasta qué punto la resistencia del mortero con aditivo
cerámico dependía de la adición del cemento blanco o de los procesos derivados
de la silicatación de la mezcla. Obsérvese que la cantidad de cemento blanco de
las probetas es un 50% inferior a la empleada en un mortero bastardo convencional, mientras
que sus resultados se aproximan.
Desarrollo de los trabajos
La realización de este trabajo no revistió ninguna
complejidad especial. El examen del opus
original mostraba una ausencia de huecos en la masa del hormigón, y una gran
diversidad en el tamaño de los cantos, repartidos de manera uniforme. Esto
indicaba que el hormigón no se había amasado de una vez, sino que se había
realizado por un lado el mortero, que se había vertido por tongadas y cuajado
con cantos, conforme a las descripciones de los estudios en la materia. Se
procedió de manera similar, realizando un mortero de consistencia fluida que se
vertió en el cajón que formaba la excavación en camas de aproximadamente 10 cm.
y se rellenaron con canto calizo procedente de una cantera próxima. Las piedras
se escantillaron hasta conseguir acopios de varios gruesos, y se dispusieron en
la masa del mortero progresivamente, comenzando por las mayores y apretándolas
contra el fondo con un mazo. La propia rugosidad de cada tongada, una vez
finalizada, parecía una excelente superficie de unión con la capa siguiente, en
el caso de que no se hubiera ejecutado en el mismo día.
Del mismo modo se
rellenó el hueco de la parte exterior, correspondiente a la cimentación de la
muralla, aunque se trata de un elemento que no soporta carga, excepto la de la capa
de tierra de la urbanización. Y lo mismo con algún hueco menor, presente entre la
roca y el basamento. En estos pequeños espacios se observó que la masa del
hormigón así realizada es muy moldeable, y se pude “construir” sin necesidad de
hacer un encofrado completo. (Este detalle lo habíamos observado examinando las
cisternas del yacimiento de Bilbilis (s. I d.C.), en el que las bóvedas están
construidas con un cimbrado interno, pero que han sido modeladas por su
intradós, sin necesidad de encofrar los riñones)
Una vez transcurrido el tiempo de curado se procedió a
colocar los grandes sillares del basamento, aislando el sobrelecho del batache
de hormigón citado con una lámina de plomo.
Ficha técnica de la intervención
Denominación
Redacción de proyecto y ejecución de los trabajos de
restauración del arco romano de Medinaceli
Promotor y Financiación
Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y
León
2003
Dirección de Obra
Francisco Yusta Bustillo, arquitecto
Carlos Sanz Velasco, restaurador
Empresa adjudicataria
UTE Arco de Medinaceli (CORESAL + CAMINOS Y CONSTRUCCIONES
CIVILES S.A)
Coordinación de trabajos de cantería y construcción
Rodrigo de la Torre Martín-Romo
Estudios de petrología y analítica
GEA, Asesoría geológica
Arqueología
Arquetipo, Arqueología y restauración
Referencias
La presente entrada se ha realizado a partir de las notas
del cuaderno de obra, los informes técnicos elaborados y la memoria redactada
por la empresa adjudicataria, cuya consulta nos ha sido facilitada por el
Servicio de Cultura de la Delegación Territorial de Soria de la Junta de
Castilla y León, a cuyo arquitecto
territorial, José María Rincón Arche,
expresamos nuestro agradecimiento.
Hemos consultado, además,
Juan Manuel Abascal, Géza Alföldy (editores), El arco romano de Medinaceli (Soria,
Hispania Citerior), Real Academia de la Historia/Universidad de Alicante,
Madrid, 2002
Jean-Pierre
Adam, La construction romaine. Matériaux
et techniques, Picard, Paris, 1989
Francisco Javier Alejandre Sánchez, Historia, caracterización y restauración de morteros, Universidad
de Sevilla, 2002
Frédéric Davidovits, Les
mortiers de pouzzolannes atificielles chez Vitruve. Evolution et historique architecturale, Geopolymer
Institute, 1995
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